Luis Miguel.
Vuelvo a los toros por ti,
yo, Rafael.
Por ti, al ruedo,
al redondel
• ¡ay, con más años que miedo!-,
Luis Miguel.
¡Oh, gran torero de España!
¡Qué cartel,
que imposible y gran corrida
la más grande de tu vida -,
te propongo, Luis Miguel!.
Tú, el único matador,
rosa picassiano y oro;
Pablo Ruiz Picasso, el toro,
y yo, el picador.
Toro negro, toro fuerte,
grises los ojos y fiero.
¡Luis Miguel!
Quiero verte
frente a él.
Y burla burlando quiero
mirar como se divierte
del picador, del torero
y hasta de la misma muerte.
Ya se arranca con sigilo,
riguroso,
peligroso,
poderoso,
y al picador alza en vilo,
quebrada en cuatro la pica;
que es el toro de Guernica,
todo rayo, todo filo.
¡Pronto, el quite,
Luis Miguel!
Pero no hay quien valga
ni torero que no salga
de su envite
con un dibujo en la piel.
¡Oh, qué aliento,
qué rempuje
de pleamar sin orillas!
¡Qué mortal sacudimiento!
El ruedo de España cruje.
Mientras que tú, de puntillas,
Luis Miguel, clavas al viento,
no al toro, las banderillas.
Lidiador, llegó la hora,
la imposible y gran faena.
Ya en el centro de la arena,
tu luz, ensordecedora,
tu perfil,
tu línea pura
y el toro que se apresura
a volver vivo al toril.
¿Qué sucede?.
¿Qué helada lumbre secreta?.
A tal alto espada puede
paralizar la muleta?
¿Qué sucede, que no hay nada
contra ese toro andaluz
ni nadie que hasta la cruz
pueda enterrarle la espada?.
¡Oh qué gloria, Luis Miguel!
¡Qué inmortal corrida extraña!
El negro toro de España,
libre al sol del redondel.
Que nada puede doblarlo,
que nadie puede matarlo,
porque toda España es él,
¡Oh gran torero de España,
Luis Miguel!.
Rafael Alberti
pindaro
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