quinta-feira, fevereiro 22, 2007

La bailaora










En un vestido a lunares
se alista para su juego
una moza que en las tablas
se vuelve mujer de fuego.

Lleva carmín en los labios
y cruz de plata en el pecho.
Toda la herencia gitana
se trenza en su pelo suelto.

La rueda ya está formada,
las palmas marcan acentos.
Las guitarras se deshacen
clamando sus ojos negros;
sus ojos que como imanes
atraen besos, y en silencio,
cuentan historias de amores
nacidos en el desierto.

La voz de los cantaores
cobra vida en el momento
en que la grácil morena
toma lugar en el centro
y en compás de bulería
despiertan sus movimientos.

Los acordes van subiendo
como llamas por su cuerpo
encendiendo las pasiones
que estallan en sus braceos.

Sus codos abren espacios
donde nacen cielos nuevos,
donde se esconden las lunas
que han amparado a su pueblo.

Sus manos quiebran el aire
esparciendo los misterios
de su sonrisa de nácar,
de su perfume hechicero.

La música le ciñe el alma
y el vehemente taconeo
hipnotiza las miradas,
talla la gracia en el suelo.

Es huracán desatado,
y en el vuelo de su ruedo
deja escapar las tormentas
de su espíritu flamenco.


Luz González


pindaro

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