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Llevamos en las venas la corriente salina de nuestra sangre, en la que el sodio, el potasio y el calcio se hallan en combinaciones semejantes a las que existen en el agua de mar y en proporciones relativas muy análogas. Esta es la herencia desde el día, hace un número incalculable de millones de años, en que un remoto antecesor pasó de la etapa unicelular a la multicelular y adquirió por primera vez un sistema respiratorio en el interior de cual corría un humor casi idéntico al del agua de mar.
Rachel Carson
pindaro
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