La mar es eternamente joven; hoy es igual a como era cuando salió de las manos de Dios, al principio del mundo.Por el contrario, la tierra escribe su própria historia milenaria en sus rocas, en sus concreciones, sus pliegues, que son como las arrugas de un rosto muy viejo.Este rosto, la marea lo lava, lo aclara, lo refresca incansablemente, como para restituirnos nuestra tierra en su tierna infancia. La arena abandonada por la ola, es como el rosto de nuestra anciana madre reconvertido en el de una joven virgen, alegramente acogedora.
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La mar es eternamente joven; hoy es igual a como era cuando salió de las manos de Dios, al principio del mundo.Por el contrario, la tierra escribe su própria historia milenaria en sus rocas, en sus concreciones, sus pliegues, que son como las arrugas de un rosto muy viejo.Este rosto, la marea lo lava, lo aclara, lo refresca incansablemente, como para restituirnos nuestra tierra en su tierna infancia. La arena abandonada por la ola, es como el rosto de nuestra anciana madre reconvertido en el de una joven virgen, alegramente acogedora.
Michel Tournier
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